Prólogo.

Los hombres recuerdan tan solo algunos hechos por poseer alguna singularidad, pero nunca por el nombre de los que lo protagonizan.

Sin embargo, gracias a mi prodigiosa memoria, os puedo decir que soy Rohm, y en aquella época (después de Darío el Grande; Persia, 65 A.C.) conocí al ciego, a Hmada y a Tivio, y, ni me arrepiento ni los olvido.



Fue una semana de agonia...